Ilusión de una vida perfecta: lo que nadie cuenta de la vida en cruceros
¿Cómo es realmente la vida a bordo de un crucero? Historias de acoso, racismo y negligencia y lo que nadie cuenta sobre trabajar en barcos.
¿Qué es lo que no se habla de la vida a bordo de un crucero?
Si alguna vez te has hecho esta pregunta sobre la vida trabajando en barcos de pasajeros, probablemente nunca lo sepas hasta vivirlo en carne propia.
Podrás hacerte una idea, podrás enterarte de algunos aspectos, pero es un mundo muy complejo y pocas veces se habla de su lado más negativo.
Si de verdad te interesa la idea de trabajar en un crucero, te sugiero leas este artículo completo.
Aclaración
No hablo mucho de los barcos en este blog. Hay varias razones para esto:
Demasiadas preguntas
Mucha gente me empieza a bombardear con preguntas. Dejé los barcos el 2015 y no tengo respuestas actualizadas.
Las preguntas siempre son las mismas —más que nada sobre sueldos— y por eso hice otros artículos contestando las más generales y las que sí puedo contestar.
Cuestionamientos
Algunos tripulantes o ex tripulantes que sólo hicieron uno o dos contratos en la misma compañía, cuestionan estos aspectos negativos de la vida a bordo “porque no lo vieron”.
Esto me irrita, porque a pocos les importa lo que le pasa al tipo de al lado. A mí no. No sólo me importaba, tenía mucha curiosidad por saber qué había detrás de un nombre y un puesto de trabajo.
El egoísmo en los barcos es una realidad y si no lo vieron es porque no quisieron o no les beneficiaba involucrarse ante las injusticias. Para mí no es grato hablar del tema, pero creo necesario que estas situaciones salgan a la luz.
Un trauma no superado
Ese último barco, en el que estuve poco más de 2 meses, fue muy duro. Murió una persona con la que trabajaba y yo sufrí acoso sexual y laboral.
Quedé muy afectada durante muchísimo tiempo, al punto que nunca he podido grabar el video que quisiera sobre el tema.
Gente despistada
Me llegan muchísimos currículum vitae de personas de todo el mundo buscando trabajo en barcos.
En ninguna parte de este blog dice que soy reclutadora, por lo que me parece bastante curioso. Suelo redirigir esos correos a esta web donde siempre hay ofertas de trabajo: allcruisesjob.com.
No voy a decir lo que quieres leer
La mayoría de la gente siempre espera que le cuente cuentos: que es el mejor trabajo del mundo, que recorres todo el planeta, que ganas mucho dinero, que comes caviar en cubierta con el capitán del barco sirviéndote champaña.
Nada más alejado de la realidad.
Mi experiencia: barcos y compañías
Siempre he dicho que mi experiencia fue, en general, bastante buena, excepto en mi último barco. Hablo de lo que viví y lo que vi. Nadie me lo contó.
Estuve en 4 compañías, hice 9 contratos en 11 barcos, y los detallo a continuación:
Carnival Cruise Lines
Carnival Paradise: contrato de 6 meses.
Carnival Ecstasy y Carnival Elation: contrato de 3 meses (entre dos barcos).
Renuncié para irme a Nueva Zelanda 6 meses. Luego volví, pero a Royal Caribbean.
Royal Caribbean
Navigator Of The Seas: contrato 7 meses
Radiance Of The Seas: contrato de 3 meses
Grandeur Of The Seas: contrato de 3 meses
Princess
Sapphire Princess (entrenamiento) + Emerald Princess (3 meses total).
NCL
NCL Star: contrato de 3 meses.
NCL Sky: contrato de 3 meses.
NCL Pearl: contrato de 3 meses.
Después del contrato de 7 meses en el Navigator Of The Seas, me inscribí para estudiar periodismo. Desde entonces, solo trabajé en los barcos durante los veranos por periodos de 3 meses.
Pero no es que me dieran la oportunidad de hacerlo: las compañías navieras quieren gente que haga carrera a bordo, no que estudien una carrera que no esté relacionada con el mundo de los barcos.
El problema era que debía renunciar a los 3 meses y pagar mi pasaje de ida y vuelta.
Más información aquí:
- Preguntas frecuentes sobre el trabajo en cruceros
La realidad de trabajar en cruceros.
6 pasos para obtener trabajo en cruceros
Si bien mi primer contrato en Carnival lo hice para ahorrar dinero para ir a Nueva Zelanda con una visa Working Holiday, el resto los hice porque había algo fascinante en ese ambiente que me hacía extrañarlo con locura cuando estaba en tierra.
Es un fenómeno extraño que le ocurre a gran parte de los tripulantes, incluso aquellos que odian trabajar a bordo.
En 10 de mis 11 barcos trabajé en las tiendas. Los vendedores son uno de los pocos puestos de trabajo que más tiempo pueden salir en tierra. Incluso a veces tenía días completos para recorrer en tierra.
La tienda es uno de los departamentos a bordo que más disfruta, aunque no necesariamente el que más dinero gana. Una cosa por otra.
En mi contrato en Princess, trabajé como Junior Assistant Purser (hoy el cargo se llama Customer Service Agent), una mezcla de responsabilidades donde un día podía estar en la recepción, otro con los tours del barco, como asistente en las subastas de arte, asistiendo a las fiestas de los pasajeros VIP, etc.
Es un trabajo muy arduo sicológicamente hablando, pero me gustaba mucho porque tenía que ser creativa y solucionar problemas todo el tiempo.
Es importante destacar que no todos los barcos son iguales, incluso si son de la misma compañía. Pero entre las mismas empresas hay muchísimas diferencias.
Carnival no tiene nada que ver con Princess —aunque ambos forman parte de la Carnival Corporation— y NCL es la versión económica de Royal Caribbean.
El tipo de personas que trabajan a bordo también difiere considerablemente.
¿Qué es lo que los tripulantes no te cuentan sobre la vida a bordo de un crucero?
En plena crisis del coronavirus, veía que los cruceros seguían en altamar, algunos sin planes certeros de detener el viaje o volver a su destino original.
Yo me tomaba de los pelos. No lo podía creer. En medio de una pandemia, un crucero es el último lugar donde quieres estar.
Los médicos a bordo
Si tienes cualquier dolencia, te van a dar ibuprofeno.
Los médicos a bordo son generales y no ven casos específicos. Da lo mismo lo que tengas o como te sientas, casi siempre te recetan ibuprofeno. Tanto así, que hasta se hacen chistes entre los tripulantes.
Si estás realmente grave, te van a mandar a ver a un especialista en puerto. Básicamente, te puede tocar ir al doctor en cualquier país.
En mi primer barco me enfermé, tuve una infección terrible, pero el doctor era muy bruto. Aún lo recuerdo: un australiano calvo, malas pulgas. Me decía “Ahh, ¿así que quieres un día libre, mmm?”, cuando yo estaba al borde del desmayo, con fiebre y la piel y los ojos amarillos.
Fue mi jefe quien tuvo que dar la alerta para que me dieran el medicamento correspondiente. ¿Te imaginas tener Covid-19 a bordo?
Una compañera llegó al extremo de ir al dentista en tierra para sacarse una muela sana con tal de tener un día libre y descansar.
En Princess era todo muy distinto y más serio, con mejores salas de enfermería. Royal Caribbean era un poco mejor que Carnival en ese sentido, pero no por mucho.
En NCL siempre me sentí desprotegida y el personal sanitario no me daba ninguna confianza. Rezaba para no enfermarme y verme enfrentada a la negligencia.
El acoso sexual es pan de cada día
En los entrenamientos siempre te van a decir que el acoso de cualquier tipo está estrictamente prohibido, pero lo ves todo el tiempo.
En Princess se lo toman en serio, sin duda. Pero en Carnival y NCL no. Lo viví en carne propia: en Carnival un colega (serbio) me acosó a mí y a mi compañera de cabina. Lo denunciamos, pero todo se transformó en un show, porque el susodicho tenía un affaire con la jefa (canadiense), quien movió cielo y tierra para defenderlo.
En NCL se repitió la historia y fue mucho peor. En este caso, yo ya estaba preparada y siempre tenía mi teléfono a mano, aunque los prohibían. Cuando denuncié, tenía pruebas (mensajes desubicados por Facebook, un video del tipo pegándome una palmada en el culo, cosas así).
Luego se embarcó un tipo de Trinidad y Tobago a trabajar y fue mi peor pesadilla. En este caso se trató de acoso laboral, algo que también ves todo el tiempo.
Y no es que yo me haga la víctima o algo parecido. El acoso es muy, muy común. Muchas callan para no meterse en problemas.
Hay mafias a bordo
Las mafias en los barcos se producen cuando hay muchas personas procedentes del mismo país. Así es como los grupos de filipinos, de indios y de rumanos manejan sus negocios truchos a bordo, por no mencionar a otros grupos más pequeños. Por supuesto, también hay mafia de latinos.
Los que siempre tenían comida de lujo eran los indios y filipinos, porque la mayoría trabajaba en la cocina o tenían conexiones ahí.
Si querías tomar una cerveza a las 3 am cuando el bar de tripulantes o de pasajeros ya estaba cerrado, tenías que llamar a un número. Siempre había un filipino con six packs de cerveza para la venta. No sé de dónde las sacaban.
También están los que roban en las tiendas. Si no pones atención, no te das cuenta. Yo empecé a ver algunos movimientos extraños, hasta que en uno de mis barcos, noté que una de las vendedoras —una chica rumana extremadamente amable y educada— hacía negocios truchos con tripulantes de otros departamentos.
En uno de mis contratos, fui contactada por Starboard —la empresa para la que trabajaba en CCL y RCCL— para que fuera “el sapo” de las tiendas. Tenía que hacer informes de lo que ocurría en la tienda y denunciar actividades ilegales, todo por 100 dólares extra al mes.
Lo rechacé.
Primero, porque no iba a gastar mi tiempo libre en hacer informes, menos por $100; y segundo, porque no me iba a arriesgar a poner a mis compañeros en mi contra por ahorrarle dinero a una compañía que nos mentía constantemente y no respetaba horarios.
Si bien yo sabía que estaba mal y me molestaba, trataba de ponerme en los zapatos de mis compañeros. Muchos venían de países muy pobres. Otros lo hacían sólo porque se les presentaba la oportunidad.
Algunos me tenían terror, porque yo no participaba en nada, pero terminaba enterándome de todo.
Si me conoces, sabrás que esto para mí implicaba una tremenda encrucijada moral, pero opté por no involucrarme, al punto que un día le dije a una compañera de la tienda que si yo no veía nada, no pasaba nada, y así terminó confesando y reconociendo que robaba.
Los pasajeros
Es una de las partes más difíciles de nuestro trabajo. Las Karen abundan por doquier (Karen se le llama al estereotipo de la mujer estadounidense que se queja por todo con el fin de demandar o pedir compensación, pero sin argumento).
Los pasajeros de un crucero no siempre son representativos de una sociedad, aclaremos, pero los estadounidenses son de otro planeta. El maltrato era pan de cada día. Y entre más popular y económico el crucero, peor el comportamiento. No todos, pero una gran mayoría se trataba de personas sin educación alguna.
El clasismo y racismo a bordo
En los barcos donde trabajé había marcadas categorías, como si de clases sociales se tratara. Entre más alto estás, más beneficios tienes.
El crew
En lo más bajo de la escala está el crew. Generalmente son tripulantes de India, Indonesia, Filipinas, China, Perú, Colombia y de países centroamericanos.
Los trabajos van desde lavar platos hasta limpiar las cabinas. También están los meseros y bartenders. Varios de esos puestos reciben propinas, las que se dividen entre los colegas. Los del bar pueden hacer bastante dinero, pero es un trabajo bastante sacrificado.
Tienen que comer en el crew mess. La comida es extremadamente básica: arroz, mucho arroz sin sabor. Sopas sospechosas, carne con grasa. No pueden comer en otras áreas, ni siquiera en el comedor del staff.
El staff, la “clase media”
Luego está el staff: vendedores, recepcionistas, fotógrafos, cantantes, personal de las excursiones y del spa, cuidadores de niños, etc.
Son una mezcla de personas de todo el mundo. Trabajé con ingleses, canadienses, argentinos, peruanos, chilenos, uno que otro alemán, polacos, rusos, sudafricanos, etc.
El staff tiene un comedor especial y la comida suele ser muy superior a la del crew. También podemos comer en áreas de pasajeros, pero con algunas limitantes.
Si no podía ir a nuestro comedor o al buffet, prefería quedarme sin comer o conformarme con una barrita de cereal. El staff puede ir también al comedor del crew, pero prefería no hacerlo.
Los oficiales: los reyes del mambo
En Carnival suelen ser italianos y croatas, en menor medida. En Royal Caribbean había suecos, croatas, griegos, noruegos, italianos. En Princess había de todo, pero más que nada canadienses, ingleses y otros europeos.
Tienen cabinas enormes que no tienen que compartir con nadie —excepto la bailarina de turno—, comen como dioses y son los que mandan. Lo pasan muy bien, pero tienen puestos que exigen estudios de ingeniería, medio ambiente, etc.
En NCL había mucho oficial caribeño y filipino, lo cual era bastante curioso, puesto que en las otras compañías les daban los peores trabajos.
En Princess yo tenía status de “petit officer” y mi comedor asignado era el de los oficiales. Era como ir a un restaurant de lujo todos los días. Mis favoritos eran las ensaladas y ostiones o ribeye como plato de fondo, mientras la gente del crew debía conformarse con arroz o lentejas.
El tema del racismo es fuerte en los barcos. No era extraño escuchar a un rumano refiriéndose a un africano como simio, sin ningún reparo. A los indonesios todos solían mirarlos en menos, a pesar de ser los más trabajadores, siempre sonrientes.
Los grupos que se arman suelen ser por idiomas: en un lado verás a toda la ex-Yugoslavia junta. Algo que no deja de ser llamativo, considerando las guerras que tuvieron en Los Balcanes. Abiertamente un croata puede decir que odia a Serbia, pero a bordo, todos son colegas que trabajan y se emborrachan en grupo.
También están los latinos, todos juntos, que suelen llevarse muy bien con el grupo de eslavos.
En las fotos de abajo, puedes ver algunos buenos momentos con amigos de los barcos.
Y los de habla inglesa suelen estar juntos: australianos, estadounidenses, canadienses y sudafricanos, por ejemplo. También suelen ser los menos queridos a bordo, porque se aprovechan de su estatus de pertenecer a países ricos y, a veces, actúan como niños caprichosos.
Sudáfrica no es un país del primer mundo, pero los blancos que hablan inglés se cuelan fácil con el resto de angloparlantes. En cambio, los sudafricanos negros no. Suelen estar con otros africanos o bien con los caribeños. Ahí ya es un tema de piel.
Yo siempre estaba flotando entre los distintos grupos, igual a como lo hago en tierra. Mi afinidad con las personas no va por su idioma, procedencia o color de piel, y así fue como hice amigos de todas partes del mundo, hasta hoy.
El suicidio
Es un tema sensible del cual me cuesta hablar porque una amiga eligió ese camino. Pero en los años que trabajé en barcos, puedo decir que el apoyo es prácticamente invisible. Las personas que sufren de problemas de salud mental tienen que arreglárselas solos. Y todo se tapa… Nada sale a la luz.
Fue mi amiga quién me dijo “Váyase, ¿qué hace usted acá? Vuelva a lo que tanto ama: recorrer el mundo y escribir sobre eso”.
No volvería a los cruceros. De hecho, cada vez siento menos nostalgia. Ahora es tan sólo un buen recuerdo, a pesar de todo. Creo que en los barcos forjé mi carácter, logré “cortar la teta” familiar. Desde entonces, me convertí en una persona muy independiente económicamente.
Sin embargo, me parece curioso que no se sepa mucho de estos aspectos de la vida a bordo de un crucero. Si googleas, verás muchos artículos escritos por personas que jamás pisaron un barco. Tampoco hicieron la tarea de reportear de verdad. Un copy paste, un testimonio y listo.
Pero más que curioso —no seamos ingenuos—, es la constante tarea de ocultar la realidad del trabajo en cruceros por parte de las grandes compañías.
Las voces de los tripulantes son silenciadas y se pierden entre aquellos que vienen de realidades muy duras que agradecen a las empresas navieras una oportunidad de poder sostener económicamente a sus familias, aunque arriesguen su salud y, en muchos casos, sus derechos laborales.
Por otro lado, tenemos a tripulantes que se quejan todo el día del barco, pero en sus redes sociales alardean de llevar una vida de lujos.
Entiendo que no debes morder la mano que te da de comer… pero, ¿cuál es el límite?
Y ya sabes lo que dicen por ahí: si repites una mentira varias veces, terminas creyéndola. Es la ilusión de una vida perfecta que no es real, nunca lo fue y probablemente nunca lo será.
Al final, todo depende de donde vienes: si en tu país abunda el maltrato y la pobreza, el mundo de los barcos te parecerá un lujo. Aún así, el acoso, el robo y el racismo no deberían ser aceptados en ninguna parte.
Yo quería viajar por el mundo y si bien los cruceros me lo permitían, no era lo que buscaba. Por eso, en el 2014 creé este blog que tiempo después se convertiría en la forma para hacerlo. Lo que empezó como un hobby, terminó cumpliendo mi sueño, pero bajo mis propios términos.
Eso sí, confieso que extraño esas fiestas en el crew bar, donde pude indagar más sobre la vida privada de personas de todo el mundo. Así me di cuenta que nunca había perdido la vocación de periodista que siempre tuve desde niña.
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