¿Cómo es viajar a China?
Si tuviera que hablar de mis primeras impresiones basándome exclusivamente en los blogs que leí antes de mi viaje, diría que son malas. En casi todos leí lo mismo: que los chinos son sucios, maleducados, aprovechadores, hediondos, curiosos con los extranjeros, que hablan tan fuerte como si estuvieran discutiendo, que no respetan la fila, pero que, a pesar de todo, son amables.
Todos estos artículos mencionaban que viajar a China es muy complicado. Sin embargo, yo creo que uno tiene que ver las cosas por sí mismo para emitir un juicio y en eso estoy. Por eso, éstas son mis primeras impresiones sobre China.
Mi viaje comenzó en Santiago. Antes hice una pequeña parada en el Admiral Club invitada por American Airlines. Es un lounge VIP donde se puede descansar, conectarse a Wi Fi (bastante rápido) y comer y/o tomar algo en el bar. Es especialmente ideal para viajes largos, porque uno puede aprovechar una escala para hacer uso de los baños, grandes y cómodos, para tomar una ducha.
Mi primer vuelo, de 10 horas de duración, fue hacia Dallas, pero tuve suerte y tuve a mi disposición una fila de asientos completa y pude dormir bastante. Si pudiera habría evitado hacer escala en EEUU: te revisan hasta lo que comiste ayer y sus filas para pasar por inmigración son eternas. Luego hice una escala corta en Los Angeles.
En el vuelo de LA a Shanghai, una señora china-americana se sentó a mi lado. Con un impecable acento estadounidense, me ofreció añadirme a WeChat (el Whatsapp chino). Va a ver a su hija que, coincidencias de la vida, vive muy cerca de mi hotel boutique —que en realidad es un hostal común y corriente—. La señora me enseñó algunas palabras básicas y ahuyentó algunas percepciones de que viajar por China es difícil.
Cuando íbamos aterrizando, le pregunté a la señora china-americana si lo que se veía era niebla. “No, es contaminación”. Mi ciudad, Santiago, tiene bastante smog, pero el nivel de contaminación de Shanghai es impresionante. Pronto hablaré más sobre ese tema.
Ya en el aeropuerto de Pudong todo el trámite fue bastante rápido —más que en EE.UU.—. Aproveché de cambiar algunos dólares y compré una tarjeta Sim para emergencias chinas (2 GB por 200 yuan). Luego tomé el metro.
La otra opción es tomar el Maglev, el tren más rápido del mundo que sólo cuenta 54 yuan. Sin embargo, en honor a mi presupuesto, opté por tomar el metro tradicional por 6 yuan que solo demoraba 20 minutos extra. Ahora me arrepiento un poco, puesto que no todos los días uno tiene acceso a usar un tren que levita magnéticamente.
El metro funciona muy bien. De hecho se parece al de Seúl, elegido varias veces como el mejor del mundo. El problema fue cuando se empezaron a subir los chinos en estaciones más concurridas.
Al chino no le importa empujarte ni pegarte codazos: él va a entrar a como dé lugar. Comprar los boletos es muy fácil, puesto que hay unas máquinas donde se selecciona la ruta y automáticamente entrega la tarifa.
Mi hotel queda a media cuadra de la estación Xiaonanmen, en un área del Shanghai viejo, que era lo que yo estaba buscando. Los baños del hotel son tipo “squat toilet”, muy típico en esta parte del planeta. No sé en qué momento se me ocurrió que me gustaban, considerando que siempre los evitaba en Japón y Corea.
La ubicación de mi hotel es muy buena y justo al lado hay una tienda muy económica donde comprar artículos de aseo y comida empaquetada, abierta las 24 horas.
La comida en China es MUY barata, incluso en Shanghai, ciudad un poco más cara comparada con el resto del país. Un envase de noodles de los típicos vale 3-4 yuan, una comida increíble unos 18 yuan y una Coca Cola de 500 ml, 3.80 yuan.
Muy importante: acá los motociclistas andan sin Dios ni ley. El peatón vive en constante peligro, tanto al cruzar la calle como al caminar por la vereda, así que hay que tener triple cuidado o bien usar a algún chino como escudo humano.
1 yuan = CL $102 = 15 centavos de dólar US (mayo 2016).