No importa lo que te digan: no hay edad para viajar
Antes, mi mamá me decía “¿Cuándo se te va a quitar la tontera?”, como si hubiera una edad para viajar. Supongo que esperaba que me volviera seria, me casara con un chiquillo bien y tuviera hijos. Pero la verdad es que ese chiquillo bien a mí me pareció mal y lo mandé a volar. Quizás ése fue el punto de quiebre en nuestras vidas donde ella entendió que yo no era lo que la sociedad considera como “normal”.
Hay muchas personas gente que piensan que andar de mochilero por la vida es exclusivo de veinteañeros y que a los treinta automáticamente sientes preferencia por los hoteles y la comodidad. Creo que esta idea está muy arraigada en Chile, donde la gente no es libre para hacer lo que realmente le gusta. Me parece que la mayoría de los chilenos están más preocupados de cumplir con las expectativas de una sociedad conservadora y prejuiciosa, siempre pendiente de lo que hacen los demás y del qué dirán.
Si tienes más de treinta y duermes en hostales, eres rasca (naco, atorrante). Y ni hablar si eres un viajero de cincuenta y tantos, probablemente seas un excéntrico o un hippie loco que no pudo superar la década de los 70s.
Quienes piensan así están tan, pero tan equivocados. Quizás sea muy pedante de mi parte decir que les falta mundo, pero definitivamente les sobran prejuicios. Numerosos estudios concuerdan en que los chilenos no son felices y que se sienten frustrados. La educación es un factor, estamos de acuerdo. La desigualdad es otro. Pero sinceramente, creo que el factor primordial para que la amargura fluya entre mis compatriotas es que no son capaces de liberarse y ser ellos mismos, son esclavos del qué dirán, de cumplir con un modelo exitista y una imagen prefabricada.
Que eres muy viejo, que eres muy gordo, que no eres lo suficientemente guapo, que no eres exitoso… ¿Qué te importa? Suena cliché, pero cuando estés en tu lecho de muerte vas a arrepentirte de haberte pasado tantas horas lamentándote frente al espejo porque no eres lo que los demás esperan de ti. Quizás nunca lo seas, y se te pase la vida por la ventana mientras intentas comprenderlo.
Cuando yo tenía 21, tenía amigos de todas las edades. Nunca fui por la vida tratando de viejos a los 30 o 35 y hoy tengo muchos amigos de 25 que creen que yo soy una persona sin edad y amigos de 45 que se sienten cómodos con mi actitud hacia ellos.
Viajando me encontré con personas mayores con alma de jóvenes. Recuerdo esa mujer china en mi hostal en Nueva Zelanda. Tenía más de 40 y era una de las favoritas de los viajeros que se quedaban ahí.
Ser libre es una sensación que va mucho más allá de andar libre por la calle con los brazos abiertos, es simplemente no tener ataduras ni seguir convenciones impuestas desde la niñez. Ser libre es la mejor sensación del mundo y yo logré esa libertad viajando y conociendo distintas realidades. El fin último de este blog es que aquellos que lo lean se animen a romper sus cadenas, no sólo viajando, sino que también en su forma de vivir. Así que es hora de que sepas que no hay edad para viajar.
¡Comparte este artículo en Pinterest!