5 maneras de lidiar con la depresión post viaje
Si eres un adicto a los viajes como yo, conocerás muy de cerca el síndrome viajero, ese sentimiento de melancolía que nos da cuando no estamos viajando, denominado depresión post viaje.
Al momento de escribir este artículo llevo seis meses y 12 días días de regreso en Chile —sí, cuento los días como los presos—. Lo que iba a ser una visita corta se convirtió en una temporada larga ya que mis proyectos empezaron a tomar peso y decidí quedarme en Chile más de lo planificado.
Pero, ¿cómo sobrevivo a la nostalgia que me provocan los recuerdos de mi último viaje por Asia? ¿Cómo lidiar, otra vez, con la rutina, con el constante recuerdo de la felicidad de recorrer el mundo? Obviamente, haciendo otro viaje, pero suponiendo que no puedes hacerlo aún, deberás buscar otra forma de apaliar esa depresión post viaje.
A continuación, hice una lista de actividades que sirven para acompañarte en este periodo que para algunos puede ser muy doloroso, una cura que no es definitiva, pero que ayuda bastante a lidiar con el síndrome viajero.
1. Recorre tu ciudad
Puede sonar un poco obvio, pero no lo es. La mayoría de las personas tiene una rutina en la que se traslada del trabajo a su casa y viceversa. Cuando trabajaba como diseñadora —mi vida pre-viajes—, me iba caminando al departamento donde vivía, en el centro de Santiago, lo que me permitía descubrir rincones que desconocía.
Otra opción es participar en tours gratuitos y guiados o simplemente buscar en Google “Qué hacer en…” para ver tu ciudad desde la perspectiva de un visitante.
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2. Escribir un blog
Una de las razones por las que comencé La Vida Nómade fue para no olvidar. Ya había escrito en otros blogs por el puro placer de escribir. En cambio, esta página fue gestada el momento en que pensé que un día podía perder la memoria y olvidar mis viajes. Me sirve muchísimo para aprovechar el síndrome viajero y viajar a través de mis recuerdos.
Si quieres introducirte a la blogósfera, hice una guía básica de cómo hacer un blog de viajes. No tengo problemas en animar a los demás a hacer lo mismo que yo y muchos otros blogueros. Si le pones corazón y honestidad, lo demás vendrá por añadidura.
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3. Haz actividades con extranjeros
Páginas como Couchsurfing o grupos de Facebook te permiten relacionarte con extranjeros que están visitando tu ciudad. Me encanta conversar con personas de países que he visitado porque soy curiosa y me trae buenos recuerdos. Además de practicar otro idioma, podrás aprender más de otras culturas.
Hace algunas semanas me topé a dos chinos en el metro de Santiago. No hablaban inglés o español y yo no hablo mandarín, pero gracias a la bendita tecnología les pude contar que estuve en su país. Les mostré fotos de mi Instagram y les saqué una sonrisa, mientras el resto de los pasajeros nos miraba extrañados.
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4. Salir a comer a restaurantes de comida extranjera
Hace un tiempo fui invitada a conocer un restaurant turco en Santiago. Por alrededor de dos horas sentí que estaba en Turquía. El local estaba lleno de símbolos que me recordaban mi paso por ese país porque, además de la exquisita comida, había comida turca en vivo.
Desde entonces he decidido comer en locales que sean fieles a la cultura del país que representan. En especial he visitado restaurantes de comida thai, pero ahora estoy en búsqueda de algún local vietnamita que me haga soñar un rato con mi añorada Hanoi y me ayude con esta depresión post viaje.
5. Enmarca un mapa
Y hablando de Hanoi… Si me lees o me sigues en mi instagram, sabrás que tengo una nostalgia terrible por Vietnam, país que visité el 2016 y al que pensaba volver en abril pasado. A veces veo videos de Anthony Bourdain —mi gurú viajero— en el Sudeste Asiático para aplacar la melancolía que siento. Sin embargo, encontré una opción que alegra mis días ya que está justo en mi escritorio: un mapa del centro de Hanoi.
No te imaginas lo feliz que me siento cuando veo ese mapa. Gracias a la sencilla interfaz de la página de Geoprints lo diseñé en menos de 5 minutos y me lo vinieron a dejar a la casa.
Resultó ser mucho más grande de lo que pensaba —soy muy mala estimando tamaños y distancias—, llevándose todo el protagonismo del espacio que uso como oficina. Sí, ¡tengo oficina!
¿Tienes alguna forma particular de lidiar con el síndrome viajero?
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